Hace poco hemos podido saber cómo la policía holandesa atendió el año pasado el robo de un «rembrandt» en la familia de los Philips, la multinuacional electrónica que, junto con un reloj, ambas cosas superaban el valor de los dos millones de euros.

Como era de esperar, el robo fue planeado minuciosamente aunque finalmente fueron detectados por el sistema de alarma de última tecnología. De todos los participantes, se detuvo a uno de ellos y esta semana deberá comparecer para desvelar dónde se encuentran las piezas sustraídas. Se le acusa de intento de venta de objetos robados, es decir, de ejercer de intermediario, «pero no de robar».

El reloj es una pieza única posiblemente ya vendida en el mercado negro, sin embargo, la obra de arte es tan importante y valiosa que cualquier comprador la rechazaría por lo que la policía sospecha que aún esté en manos de los ladrones.

¿Aparecerá esta gran obra o estará en un trastero mientras que es considerada por la sociedad como un ejemplo artístico excepcional?

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